DIFERENCIA

AL ROJO VIVO

JESÚS CHÁVEZ JIMÉNEZ







En la campaña y ya con casi cien días de gobierno hemos tenido frente un amplio panorama que nos pinta un claro escenario de lo que hacen los nuevos servidores públicos, empezando con el gobernador del estado. Ya le hemos reconocido aciertos aquí y también hemos plasmado opiniones en donde vemos que no está bien. No se diga sobre los diputados. Y hemos hecho énfasis en los aciertos y pifias de las alcaldesas y alcaldes. Explico esto para decir que ya con este tiempo transcurrido es más que suficiente para verle la zanca al pollo, como suelen decir los rancheros. Y yo aprecio con mucha claridad una amplia diferencia entre los ediles. Unos, los que trabajan. Otros que grillan y que están en su responsabilidad dando lo que siempre han dado, vergüenza y abusos en sus procederes. Por ejemplo llama la atención el trabajo de Armando Martínez Vega que no ha descansado desde la campaña. Y sin modorra ha entrado a la dinámica municipal con ganas. Ya tiene un aprecio ganado con hechos con el sector empresarial que ha creído en su proyecto de levantar La Paz, a como dé lugar. Y en estos primeros meses ya se nota orden en los dineros y los exiguos recursos que se manejan en la municipalidad. Ha dialogado ya con los principales grupos políticos de la demarcación y tiende puente con otras fuerzas. Y esto lo hace a la luz del día, no por lo oscurito ni en encerronas vergonzosas. Por el otro lado tenemos al alcalde cabeño Arturo de la Rosa, que embriagado de emoción al encontrarse un filon de oro en el tesoro municipal experimenta todas las formas de derrocharlos, tal y como aprendió en el liderazgo del Congreso, donde todavía no se cierran los expedientes de las comilongas por dos o tres millones de pesos o el pago de grupos musicales que le amenizaban sus francachelas. Este edil, a las primeras de cambio les dio a los ciudadanos la más fuerte cachetada al aprobar proyectos repudiados por las mayorías.

RELUMBRON

Esto, es obvio lo despide de su loca aspiración la que ha desatado de manera tempranera de suceder a Carlos Mendoza Davis. Creo que de La Rosa no debe de abusar de la abundancia económica y debe por respeto a los cabeños intentar aunque sea mínimamente sus promesas de campaña. La sucsion esta lejana. Y a falta de un liderazgo solido y firme en la dirigencia panista donde el chamaco presidente le ha dado por faltarle el respeto a otros dirigentes partidistas y a jugar al Candy Crush, de La Rosa debería de aplicar el sentido común y postergar esos exabruptos políticos que salen al calor de las copas y de las pantagruélicas comidas. Esa es la diferencia entre ediles de adeveras y alcaldes de relumbrón.

SANTA ALEGRE

—¡Saaantaaa, cáaallaaateeeyaaa! —exclamaba el guardia de la tienda—. ¡No eches a perder la Navidad! Desesperado, el guardia trataba de calmar a un Santaclós desparpajado, ebrio en tercer grado, que además decía cuanta maledicencia a los clientes de la BeautySupply. El barbón tenía la figura totalmente desparramada. Se caía cada rato de la silla donde empezó el trabajo esa mañana, de tomarse fotos con los niños. —¡Juarjuarjuar! —decía estentóreo, en lugar del clásico «Jo jojo»—. ¡Viva la Navidad, canijos! A las nueve de la mañana de ese mismo día la tienda había contratado a Simón Martínez. Un tipo gordo, güero y barbón natural, como el Santa de temporada. La paga serían mil nada despreciables pesos diarios, que aceptó de buena gana. Contento fue a cambiarse. Luego salió y se le instaló un nicho que le esperaba, con arbolito incluido, una silla y grandes cajas de regalos ad hoc. La entrada fue triunfal. —¡Jo jojo! —entró cargando una bolsa con los supuestos regalos. Niños por aquí, cartitas por acá. A las doce hace un descanso. Fue a la parte de almacenes y ahí, de su bolsa, sacó un Viva la Villa. Le da un trago gordo. —¡Ah, jijo! —dice—. Esto está bueno. Así, después de tres gordos tragos, volvió a la chamba. —¡Jo jojo! —glup—. ¡Jo j ojo! —y otro glup. Y otro. Bien sabemos que todo líquido que entra al cuerpo tiene una reacción. A las seis necesitó ir a orinar. Lo hizo en un estante, atrás del departamento de perfumería. Regresó quitado de la pena a su trabajo, algo tambaleante.

VIDAS PARALELAS

En eso, llegó un niñito acompañado de su mamá —buenos veres y de mejores tentares—. El imprudente Santa, no aguantó y le pellizcó fuerte las mejillas al niño, que lo hizo chillar como ambulancia en periférico. Después lo lanzó bruscamente al aire. Pero eso ya no le gustó a nadie.—¡Buenas las tengas, mamacita! —dijo, tratando de tocar el hermoso trasero de la azorada mamá.El guardia llegó ipso facto. —¡Epa, epa, Santa! ¡Calmado!—¡Juarjuarjuar! ¡Chinguen todos a su madre! ¡Juarjuarjuar!El guardia, en cumplimiento de su deber, intentó detener al borracho. Pero éste se tiró al piso. Grite y grite. —¡Juarjuar! ¡Chinguen a su madre todos los policías! ¡Viva la navidad!—Cálmate, Santa. Mejor acompáñame tantito a la salida. —¡No, no y no! ¡De aquí no me muevo!Ocho agentes más hicieron refuerzos y a la fuerza se lo llevaron.Mientras, desde la parte posterior de una camioneta policial¡el Santaclós iba cantando alegremente villancicos! —¡Chinguen todos a su madre! ¡De puro coraje no les voy a traer nada! Este es un apunte inspirado en un trabajo casi parecido de mi gran amigo Alfredo González, a quien se lo dedico.

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